Dentro de él, las horas no existían, todo era como si el tiempo se parase a descansar y de un bolsillo de mago salieran las mejores fantasías de nuestros cuentos preferidos
Se elevó por encima de las casas y de la torre de la iglesia.
Se iba perdiendo en la lejanía y al cabo de un rato ya no volvió a vérsele.
Se perdió para siempre en el atardecer, allí dónde el sol, ya se oculta.
Seguro que está junto a las estrellas, haciendo mimitos a la luna.
Lugar: San Félix, Bello, Ant. Fotografías: Natalia Andrea Vélez Sepúlveda.
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